Destacando la intervención medida, eficaz y respetuosa con los valores del edificio, y la aportación mínima y sutil, consecuencia de interesante proceso de investigación, que permite la conexión visual del patio del edificio con el espacio público, así como la recuperación de manera rigurosa de varias zonas del conjunto monumental en mal estado. Acta XV edición de los Premios Félix Hernández
HACER LO INVISIBLE
El Palacio de Viana es un edificio complejo que, al igual que algunos de los mejores ejemplos de arquitectura cordobesa, ha sido el tiempo el principal arquitecto de su forma actual. Desde el siglo XIV y sin interrupción, a lo largo de más de siete siglos se han ido incorporando, modificando, reestructurando y añadiendo partes de un puzle histórico cuyo mayor interés es el no haber dejado de ser soporte para habitar, tanto para la aristocracia como para sus servidores. De ahí que aún conserve su carácter de casa vivida. El conjunto que ha llegado a nuestros días, edificado en torno a doce patios y un jardín, mostraba los signos lógicos del paso del tiempo.
La continuidad de la idea de esta casa vivida necesitaba resolver a la vez los problemas constructivos que la afectaban y recuperar algunos rasgos perdidos que la habían hecho reconocible. Por ello, las actuaciones de esta intervención se centraron por una parte en los problemas más urgentes que afectaban a la estabilidad estructural de partes principales del conjunto, centrándose en en los alfarjes perimetrales del Patio de Recibo y las cubiertas aledañas del Patio de los Naranjos y el Patio de las Rejas.
Estas operaciones, Delicadas por el valor histórico y patrimonial del conjunto, se basaron en los principios de hacer lo invisible. O, como en el gatopardo, cambiar para que todo siga igual. La mínima intervención arquitectónica para que, respetando los sistemas constructivos empleados en cada momento de la construcción, se garantice la continuidad de la edificación en el tiempo y se sigan manteniendo a su vez la calidad los espacios vividos.
EL PALACIO DE LAS REJAS DE DON GOME
Por otra parte, y aseguradas las necesidades de estabilidad y el carácter del conjunto, se entendieron como necesarias otras intervenciones para recuperar el patrimonio y hacer comprensibles elementos que habían perdido su función original y por tanto, su razón de ser.
En este tejido a lo largo del tiempo, durante el periodo renacentista se construyó un nuevo acceso a través de la portada situada en la parte sureste de lo que hoy es la Plaza de Don Gome, a la que se abre mediante una portada en ángulo que da acceso al Patio de Recibo y, desde allí, a las Caballerizas. Precisamente por su ubicación, se diseñó la puerta enfatizando la diagonal en la que, para que pudieran entrar los carruajes, se eliminó la columna de esquina con una solución de doble arco que, junto con la Portada, se ha convertido en uno de los iconos del Palacio de Viana. Este despliegue arquitectónico y constructivo, cuya atribución a Francisco del Castillo, arquitecto culto formado en Italia donde trabajó con Vignola, no tiene correspondencia en ningún lugar del mundo. Sin embargo, al diseñar en la década pasada un nuevo acceso a través del Patio de la Cancela, se clausuró la puerta principal, interrumpiendo dicho eje visual, cuyo mayor valor era poner en relación el espacio público y el espacio privado.
Recuperar este eje visual ha sido uno de los objetivos centrales de esta restauración. Tradicionalmente llamado el palacio de las rejas de Don Gome por las rejas que permitián la continuidad visual de sus jardines con la calle, la intención era la de crear una pieza que explicara la historia del edificio y a la vez se situara en continuidad con ella. Una reja, incorporada a la puerta de acceso una vez restaurada, permitía formalizar un elemento que pusiera en relación plaza y patio. Una reja que funciona como postigo posterior de la puerta, con un diseño sencillo, funcionando como filtro sin recabar protagonismo en el paisaje urbano del conjunto.
CABALLERIZAS Y ALFARJES
Las Caballerizas contaban con un grave problema de pérdida de sección de las columnas debido a las humedades por capilaridad y condensación. Los pórticos, sometidos a un proceso de arenización avanzado, mostraban todos una importante pérdia de sección resistente, existiendo incluso dos capiteles partidos. Antes de proceder a la restauración de las columnas, y tras el apuntalamiento de los pórticos, se procedería a crear una barrera estanca en la base de las columnas para controlar la humedad por capilaridad. Se realiza un recalce de las bases de las columnas, mediante un anillo de refuerzo, garantizando de esta manera la estabilidad en el punto de apoyo. A su vez, este anillo se acompaña una barrera estanca para impedir las humedades de ascensión capilar, se recupera la sección de las columnas con morteros macroporosos, se sustituyen los capiteles partidos y se dota al espacio de equipos para facilitar la ventilación. Una vez realizadas estas intervenciones para garantizar la estabilidad y durabilidad de la sala, se repuso el mismo pavimento de chino siguiendo la estructura modular existente en toda la sala de caballerizas. Cabe añadir así mismo que para la labor de restauración de las columnas y arcos de ladrillo, se necesitó de un restaurador especializado que conservara el mismo aspecto, textura y color que los elementos originales.
Como última intervención, se limpiaron los huecos y accesos de las Caballerizas al Patio de Recibo, recuperando el acceso central para hacer visible la relación Por su parte, la consolidación de alfarjes ha consistido en eliminar las vigas afectadas por xilófagos, especialmente termitas, y la conversión de dichas vigas en un sistema de vigas mixtas al unirlas con tirafondos a una losa de hormigón armado para garantizar las solicitaciones de cargas de uso público. Se ha restituido el mismo tipo de pavimento, conservando las texturas y la coloración preexistentes.
CUBIERTAS
En cuanto a las cubiertas, cuyas patologías habían generado una serie de fisuras en las bóvedas, artesonados y muros inferiores, se optó por introducir unas prótesis metálicas para garantizar el correcto funcionamiento de la estructura de madera, de manera que las cargas se transmitiesen a los muros de carga y no a los elementos delimitadores de las salas inferiores.
Una vez introducidas estas prótesis metálicas, utilizando como cordón superior los pares existentes, se recuperaron los faldones de cubierta, con aislamiento e impermeabilización incluidas, con el mismo tipo de teja cerámica preexistente. Si bien buena parte de la intervención corresponde a labores que deberían haber sido de mantenimiento previo, los criterios esenciales han sido los de utilizar sistemas constructivos compatibles con los existentes, garantizando siempre su correcto funcionamiento y, en la medida de lo posible, su reversibilidad.